El papel de la izquierda en el siglo XXI. Impulsando un proceso constituyente de la izquierda alternativa y verde
Fue Francis Fukuyama, uno de los intelectuales a sueldo del establisment norteamericano y mundial el que teorizó, tras la caída del muro, el final de la Historia y de las ideologías y, con ellas, de la izquierda como posibilidad alternativa a lo existente, al capitalismo global y globalizante.
Más de veinte años han pasado ya de aquel augurio, y eso sí, hoy nos encontramos frente a un mundo mucho más injusto, que excluye del circuito planenario de “confort” (en palabras de Edgar Morín) a tres cuartas partes de las y los habitantes del planeta, y una crisis ecológica que no admite ya más prórrogas en los necesarios compromisos por la sostenibilidad que nunca llegan en las cumbres internacionales porque como dijo el impopular pero no por ello menos impertinente Hugo Chávez, si el clima fuera un banco los países ricos ya lo habrían salvado.
La globalización cultural, la homogeneización del pensamiento, es el arma principal que sustenta tanta injusticia y tanta depredación, en un mundo en el que ya en los años 70, Eric Fromm anunciaba la sustitución del ser -como objetivo en la vida de cualquier persona- por el tener. Un anuncio que con los años se ha concretado en cultura del consumo irracional, más allá de nuestras necesidades y en demasiadas ocasiones, por encima de nuestras posibilidades. Por eso también, esta crisis es una crisis de civilización, ya que la economía niega la posibilidad de acceso al consumo, y con ello, la razón de ser, para muchos, en esta vida postmoderna.
Es lo que ya muchos intelectuales y estudiosos reconocen como un auténtico cambio de época, en el que paradójicamente la izquierda, como alternativa práctica pero también civilizatoria, nunca había sido tan necesaria pero nunca lo había tenido tan difícil. No me voy a extender, por tanto, en explicar por qué hace falta la izquierda, para lo que basta con echar una mirada al mundo para entenderlo, pero sí en cómo debería ser esa izquierda necesaria del siglo XXI.
Uno de los primeros elementos a considerar es el de la motivación, a riesgo de que esto suene a libro de autoayuda. La izquierda existe en tanto que propone otro mundo posible, pero el pensamiento dominante, esa globalización cultural que mencionábamos, insiste en el mensaje de que no hay alternativa, el TINA (“there is no alternative“) que Noam Chomsky denuncia. Por tanto, el mensaje de esperanza debe ser un elemento central del discurso y de las propuestas de la nueva izquierda: esperanza para quienes no tienen trabajo, para quienes no saben cómo llegar a final de mes, para quienes temen un futuro próximo similar al de las películas de Mad Max o el Planeta de los Simios.
Y para que ese discurso sea creíble y la gente se lo apropie, la izquierda, sobre todo la europea, tiene que recuperar el contacto con la gente, ser la voz de los sin voz, no una izquierda “representante del pueblo”, sino facilitadora de la expresión de las necesidades, las denuncias y las propuestas del pueblo. No una izquierda intermediaria entre la gente y las instituciones -reflexión válida también para el conjunto de los movimientos sociales-, sino una izquierda/herramienta de trabajo para lo cotidiano, además de una izquierda útil para presentarse a las elecciones.
Cambiar las formas de actuar y de estar presentes en política es por tanto condición necesaria para recuperar, después de tanta corrupción (aunque la izquierda no esté implicada en ella), la credibilidad tanto de la izquierda, como de la política en su conjunto. Y regenerar la democracia no significa sólo deshacerse de los corruptos (y los olvidados corruptores), sino recuperar la participación ciudadana y el control social, la verdadera democracia, luchando contra la especulación y la privatización de la política, de las instituciones y del espacio público.
Pero además de las formas, está el contenido. Solidaridad, sostenibilidad y planetariedad, son los tres ejes de trabajo de una izquierda que se proponga intervenir en una realidad tan compleja como la que nos ha tocado vivir.
La solidaridad es el sentido común de la humanidad, de otra manera no nos diferenciaríamos demasiado de cualquier otra especie. Lo que nos hace humanos, en palabras de Galeano, es además del hecho de refugiarnos, juntos, del peligro de las fieras, el acto de repartir la comida. Hoy, se han perdido las solidaridades “tradicionales”, entre compañer@s de trabajo o en el barrio, ha ganado el individualismo en detrimento de lo colectivo. El mensaje de la izquierda, además de enfrentearse a cualquier forma de discriminación y explotación, tiene que ser necesariamente un mensaje solidario con todas las personas, independientemente de su condición y de su origen, y situar a las personas en el primer término de las políticas, la máxima prioridad de trabajo.
Sostenibilidad, porque mejorar las condiciones de vida de las personas es un sueño imposible de realizar si no tenemos en cuenta el entorno en el que vivimos y consumimos, y si no pensamos en que nuestras hijas e hijos también se merecen la posibilidad de vivir en un mundo en el que puedan respirar un aire igual o mejor del que respiramos nosotros, por sólo poner un ejemplo. Porque lo verde y lo sostenible tienen que dejar de ser etiquetas a la medida de campañas de marketing de multinacionales depredadoras, de anuncios de coches y de políticas de más crecimiento imposible, y dar paso a un nuevo tipo de cultura. Porque con menos de lo que tenemos se puede vivir bien, y porque tenemos derecho a tener tiempo para la vida.
Planetaria, porque cualquier acción nuestra en lo local tiene una dimensión planetaria, porque todo y todas y todos estamos conectados hoy. Y porque frente a problemas globales, son necesarias propuestas globales, aunque el cambio empiece en lo local, y desde la actitud responsable frente a l@s otr@s y el mundo. Una izquierda, por tanto, conectora de luchas, de denuncias, de miradas y de propuestas.
Como diría alguien nada popular para la izquierda, con el proceso constituyente de la izquierda alternativa y verde en Balears “estamos trabajando en ello”, trabajando por construir, desde la izquierda existente, una izquierda renovada y a la altura de los retos de los tiempos que corren. Para que las Illes Balears, que hemos sido un laboratorio de la globalización neoliberal, podamos ser también un laboratorio de alternativas.
La barbarie ya la tenemos, y el socialismo está por construir, una sociedad en la que todas y todos podamos vivir en paz entre nosotros y con el planeta, con justicia y equidad.
Más información del proceso: http://procesconstituent.blogspot.com
Muchos y variados son los analisis que se hacen sobre la izquierda y su refundación,pero en ninguno de ellos observo una reflexión sobre lo que siempre ha sido una seña de identidad de la izquierda,esto es,la autocrítica.
ResponEliminaPero si la falta de autocrítica es mala para la izquierda,no lo es menos otra situación que se dá en la actualidad: cuando alguien,acogiendose simplemente a la cacareada participación ciudadana, se atreve a hacer una critica a la opinión dominante, oficial o mediática de los aparatos de los partidos.
Como hoy es domingo y luce el sol,ahí van algunas opiniones por si ustedes tienen a bien reflexionar sobre ellas.
En primer lugar,el sistema capitalista ni está acabado ni vá a acabar,lo que está ocurriendo es lo que ya decía el manifiesto comunista,que está entrando en otra etapa en la que,posiblemente,desemboque en otra crisis mayor que la actual.
La corrupción "aunque la izquierda no esté implicada en ella"
Señor Abril y compañía,les doy los datos, por número de imputados y presos, a nivel de toda España;
en primer lugar el PSOE,en segundo lugar,el PP,en tercer lugar,CyU,en cuarto lugar,IU,seguidos por todos los demás,es decir,guardan la proporción al número de votantes.
La credibilidad y la solidaridad de la izquierda;
¿que credibilidad puede tener IU si mira para otro lado, calla y además pacta con un grupúsculo que la insulta y la boicotea? ¿o que se olvida de sus principios y se apunta a todo lo que pasa por su puerta,ya sea la España asimétrica,confederal o soberanista de los nacionalismos identitarios?
¿Desde qué moralidad puede hablar IU,sobre los ciudadanos y la solidaridad,si se suma al discurso nacionalista, insolidario y falso,de que los impuestos los pagan los territorios?
¿Cón esas miserias se puede hablar de planetariedad?
DIJOUS 25 A LES 10:30 CONCENTRACIÓ EN EL PARLAMENT: AUDITORÍA A IB3 JA! MARTORELL DIMISSIÓ. Nosaltres també fem un "treball brillant", i ens treuen al carrer.
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